Canadá, EE.UU. y México: el TLCAN

 Canadá, EE.UU. y México acuerdan los términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)

En 1991, dos años después de haber firmado el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (FTA), el Gobierno canadiense decidió participar en las negociaciones que conducirían a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México. Mientras que las negociaciones del FTA provocaron en Canadá grandes debates políticos a nivel nacional, las del TLCAN pasaron prácticamente inadvertidas. Ello no quiere decir que el TLC fuera considerado como un tema menor, pero sí que las grandes cuestiones habían sido planteadas y resueltas a raíz del FTA y que el TLCAN se veía como una extensión, en cierto modo inevitable, del primero.

   El 11 de junio de 1990, el Presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari y el Presidente de los Estados Unidos George Bush emitieron una declaración casi idéntica al NTF, comprometiendo a sus dos gobiernos a la negociación de un acuerdo bilateral universal de comercio. El Gobierno canadiense reaccionó ante el inicio de las negociaciones Bush-Salinas y el resultado fue la conclusión, el 17 de agosto de 1992, después de 14 meses de arduas negociaciones, de un Acuerdo entre Estados Unidos, Canadá y México que creará, una vez aprobada por las legislaturas de los tres países, el Área de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA).

   Aunque, como ya vimos,  Canadá ya había firmado un tratado con el gobierno estadounidense (NFT), el interés canadiense por integrarse en las negociaciones del acuerdo bilateral México- Estados Unidos, respondía a la necesidad urgente de evitar que el FTA con los EEUU fuera desvirtuado por nuevos tratados firmados entre éste y otros países de América. El principal objetivo era proteger los logros del FTA, es decir, evitar que las garantías de acceso al mercado estadounidense perdieran su significado a causa de la conclusión de un acuerdo bilateral entre Estados Unidos y México. Así también,  se perseguía impedir una desviación hacia México de las inversiones extranjeras que Canadá recibía. En este sentido, para Canadá el TLCAN fue el remedio posible a una situación no deseada (la negociación de un acuerdo comercial bilateral EEUU-México) y una garantía de cara a otras posibles iniciativas similares.

En la imagen se puede ver a el presidente de EU, George H.W. Bush; el primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, y el presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari.

El SISTEMA QUE FORJÓ EL CAMINO AL TLCAN

Luego de la segunda Guerra Mundial, a nivel económico y comercial, las instituciones financieras internacionales del sistema de Bretton-Woods y el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) fueron los instrumentos que velaron por la implantación y defensa de estos principios liberales. El GATT contribuyó, desde 1947, a la liberalización de las relaciones económicas internacionales y a la multiplicación de los intercambios. Consecuencia directa de esta dinámica liberalizadora ha sido la creciente interdependencia entre las unidades del sistema internacional y la articulación del proceso de globalización económica.

   La globalización, por una parte, aumenta el volumen de comercio mundial e influye sobre los patrones que rigen las relaciones comerciales internacionales. Por otra parte, incide en las relaciones políticas interestatales y en la naturaleza misma del comportamiento estatal.

    Así, la integración regional es un mecanismo para abordar los retos de la globalización a través de la utilización racional de los recursos y de la obtención de la mejor relación coste-beneficio. Los Estados persiguen unos objetivos comunes o intentan alcanzar la competitividad internacional de sus empresas a través de la creación de áreas de libre comercio, uniones aduaneras o acuerdos sectoriales de ámbito regional, instrumentos que se concretan y legalizan en la firma de tratados comerciales.

   De tal forma que el TLCAN se puede definir como el fruto dela realidad de un sistema internacional en el que persisten los principios del internacionalismo liberal enfrentados a las nuevas dinámicas neo-proteccionistas que, desde mediados de los ochenta, caracterizan y determinan las relaciones económicas internacionales. Esta tensión entre fuerzas centrípetas y centrífugas, integradoras y fragmentadoras, explica las diferentes interpretaciones, en el seno del Estado canadiense, sobre el la significación del TLCAN.

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Bibliografía: 

García Segura Catarina, “Canadá y el Tratado de Libre Comercio Norteamericano: entre la globalización y la integración regional”,  Afers Internacionals,  Num. 29-30, 19 pp., Barcelona, Universitat Pompeu Fabra, Sin/año, Recuperado de: https://www.cidob.org/es/articulos/revista_cidob_d_afers_internacionals/canada_y_el_tratado_de_libre_comercio_norteamericano_entre_la_globalizacion_y_la_integracion_regional 



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